El infante aprende inicialmente a sentir, a tocar, a oler, a degustar y haber cada vez con mayor perfección a través de todos y cada uno de sus sentidos. Así descubrimos a primera instancia que las sensaciones son los cimientos del conocimiento humano.
También reconociendo cada una de las partes de su cuerpo, descubre todo aquello que puede hacer con cada una de ellas, y aprende a optimizarlas a través de la ejercitación constante.
Todos estos aprendizajes se ven enriquecidos a través de los estímulos que proporciona el contexto en el que el niño se desenvuelve.